miércoles, 7 de junio de 2017

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Evangelio de Hoy Jueves 8 de Junio 2017


Primera lectura
Lectura del libro del Génesis 22, 9 -18
En aquellos días, llegaron Abrahán e Isaac al sitio que la había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
"¡Abrahán, Abrahán!". Él contestó:
"Aquí estoy".
El ángel le ordenó:
"No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo".
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Abrahán llamó aquel sitio "El Señor ve", por lo que se dice aún hoy, "En el monte el Señor es visto".
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo:
"Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz".

Salmo
Salmo: Sal 39 R. Aqui estoy, Señor, para hacer tu voluntad

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, 
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios; 
entonces yo digo. "Aquí estoy". R.

"- Como está escrito en mi libro - para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas". R.

He proclamado tu justicia ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes. R.

No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación. R.

Alégrense y gocen contigo 
todos los que te buscan;
digan siempre: "Grande es el Señor", 
los que desean tu salvación. R

Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 26, 36-42
Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y le dijo:
"Sentaos aquí, mientras voy allá a orar".
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
"Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo".
Y adelántandose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: "Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú".
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
"¿No habéis podido velar huna hora conmigo? Velad y orad par ano caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil".
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
"Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".

Reflexión del Evangelio de hoy
Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz
La 1ª lectura nos muestra el pasaje del libro del Génesis en el que se nos relata el sacrificio de Abraham, a quien Dios le había pedido que sacrificara a su único hijo Isaac.

Abraham, hombre justo, y que se fiaba a pies juntillas de Dios, no acaba de comprender porque Yahveh le pide que realice un sacrificio de holocausto, con su único hijo, el que había deseado enormemente y al que quería con toda el alma; pero sin embargo cumple lo que le había solicitado el Señor y, con gran dolor de corazón, va a degollar a su hijo, y en ese momento un ángel del cielo le hace detenerse, y como premio a su fe, le vaticina que su descendencia será innumerable, y que le colmarán de bendiciones y que "todas las naciones le bendecirán porque ha escuchado la voz del Señor".

¡Qué duro se nos representa este episodio! Que Dios te pida que te deshagas de lo que más quieres en este mundo, y, a pesar de que tu corazón no lo llega a comprender, tu fe en el Señor, haga que cumplas su voluntad. La verdad, es un magnífico ejemplo de confianza en Dios y de abandonarse en sus brazos para cumplir su voluntad.

Nuestra mentalidad mundana no permite entenderlo, lo mismo que no entendemos cómo puede haber hombres y mujeres, con una posición envidiable, que lo dejen todo por ayudar a los demás, incluso a costa de su vida.

Como dice el salmo 39: "Aquí estoy Señor para hacer tu voluntad". El Señor todo lo hace bien, sus obras son admirables y ante eso, nos entregamos incondicionalmente a Él. Como lo hicieron las Beatas Diana y Cecilia, fundadora la primera del monasterio de Santa Inés, en Bolonia, y la segunda a la que debemos la descripción más fiable del semblante de N.P. Santo Domingo.

Velad y orad para no caer en la tentación
El evangelio nos muestra cuando Jesús, después de la última cena y tras la institución del sacerdocio, se retira al huerto de Getsemaní, junto a sus discípulos y éstos caen rendidos por el cansancio, mientras Jesús, en uno de los momentos más angustiosos de su vida, y ante la proximidad del momento de su muerte, pide al Padre que, si es posible le evite pasar por ese trance. El miedo le hace sudar sangre pero, aun así, le pide que se haga la voluntad de Dios y no la suya.

Jesús está actuando como mediador entre los hombres y el Padre, está decidido a ofrecer el mayor sacrificio que se le puede pedir a un hombre "entregar su propia vida en beneficio de la humanidad" actuando como un autentico sacerdote, por eso lo consideramos como Sumo y Eterno Sacerdote.

Jesús entrega su vida de forma desinteresada, "El Justo" sufriendo en expiación de nuestros pecados, cargando con la cruz de nuestra infidelidad, de nuestra desidia, de nuestra inconstancia y, en silencio, soporta todas las injurias, las vejaciones, los insultos e incluso la muerte, todo en favor nuestro.

¡Cómo podré pagar lo que has hecho por mi!

¿Es nuestra fe tan consistente como la de Abraham, para fiarnos de Dios?
¿Somos conscientes de lo que Jesús hizo por nosotros?
¿Vemos en Jesús el Eterno Sacerdote que media por nosotros ante el Padre?

D. José Vicente Vila Castellar, OP
Fraternidad Laical Dominicana Torrent (Valencia)

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martes, 6 de junio de 2017

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Evangelio de Hoy Miércoles 7 de Junio 2017


Primera lectura
Lectura del libro de Tobías 3,1-11.24-25
En aquellos días, profundamente afligido, sollocé, me a llorar y empecé a rezar entre sollozos: «Señor, tú eres justo, todas tus obras son justas; tú actúas con misericordia y lealtad, tú eres el juez del mundo. Tu, Señor, acuérdate de mi y mírame; no me castigues por mis pecados, mis errores y los de mis padres, cometidos en tu presencia, desobedeciendo tus mandatos. Nos has entregado al saqueo, al destierro y a la muerte, nos has hecho refrán, comentario y burla de todas las naciones donde nos has dispersado. SI, todas tus sentencias son justas cuando me tratas así por mis pecados, porque no hemos cumplido tus mandatos ni hemos procedido lealmente en tu presencia. Haz ahora de mi lo que te guste. Manda que me quiten la vida, y desapareceré de la faz de la tierra y en tierra me convertiré. Porque más vale morir que vivir, después de oír ultrajes que no merezco y verme invadido de tristeza. Manda, Señor, que yo me libre de esta prueba; déjame marchar a la eterna morada y no me apartes tu rostro, Señor, porque más me vale morir que vivir pasando esta prueba y escuchando tales ultrajes.»
Aquel mismo día, Sara, la hija de Ragüel, el de Ecbatana de Media, tuvo que soportar también los insultos de una criada de su padre; porque Sara se había casado siete veces, pero el maldito demonio Asmodeo fue matando a todos los maridos, cuando iban a unirse a ella según costumbre.
La criada le dijo: «Eres tú la que matas a tus maridos. Te han casado ya con siete, y no llevas el apellido ni siquiera de uno. Porque ellos hayan muerto, ¿a qué nos castigas por su culpa? ¡Vete con ellos! ¡Que no veamos nunca ni un hijo ni una hija tuya!»
Entonces Sara, profundamente afligida, se echó a llorar y subió al piso de arriba de la casa, con intención de ahorcarse.
Pero lo pensó otra vez, y se dijo: «¡Van a echárselo en cara a mi padre! Le dirán que la única hija que tenía, tan querida, se ahorcó al verse hecha una desgraciada. Y mandaré a la tumba a mi anciano padre, de puro dolor. Será mejor no ahorcarme, sino pedir al Señor la muerte, y así ya no tendré que oír más insultos.»
Extendió las manos hacia la ventana y rezó. En el mismo momento, el Dios de la gloria escuchó la oración de los dos, y envió a Rafael para curarlos.

Salmo
Sal 24 R/. A ti, Señor, levanto mi alma
Dios mío, en ti confío, no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores. R/.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

Recuerda, Señor,
que tu ternura y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mi con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,18-27
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: "Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano." Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»
Jesús les respondió: «Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: "Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob"? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.»

Reflexión del Evangelio de hoy
Habían elevado sus oraciones a Dios al mismo tiempo
De forma muy resumida se nos presenta la oración confiada de dos personas que viven con amargura su existencia desgraciada, cuando no en el momento límite. Poco importa la causa de la aflicción de uno y otra, porque la intención del autor estriba en transmitirnos un mensaje más teológico que histórico: que Dios no abandona nunca a los suyos, a los que al final salva a pesar de todas las dificultades y sufrimientos. Pero tanto Tobit como Sara se mantienen fieles a pesar de sus respectivas desgracias (él ciego y en la pobreza, ella sin hijos y acusada de haber dado muerte a sus maridos), porque saben que Dios puede sacar bienes hasta de los mismos infortunios, pues es un Dios creador de vida. En sus oraciones piden morir, sí, pero lo que vemos en el texto son el remate de las mismas con marcados trazos de esperanza, porque confían en que Dios elimine la causa de sus respectivos males. Y Dios que está atento al dolor de sus hijos escucha la súplica de los justos afligidos, y Rafael entra en escena con una triple misión: curar a Tobít, liberar a Sara de su pena y dársela como mujer a Tobías, el hijo de Tobit.

No es Dios de muertos, sino de vivos
Los saduceos forman un grupo que también se oponen al mensaje del Reino que predica Jesús de Nazaret; dicen de ellos que eran oportunistas en política y liberales en religión; con no poco de ironía tratan de poner en evidencia el hecho de la resurrección, por ser contrarios a ello. Quizá la intención del evangelista es darnos noticia de la enemiga de otro grupo más contra Jesús, éste integrante de la clase dirigente de Israel. Jesús no entra en polémica abierta con los saduceos, pero sí les echa en cara su ignorancia sobre las Escrituras y trata de ofrecerles el verdadero rostro de Dios para que puedan tributarle culto adecuado. Frente a la inverosímil casuística que ellos presentan a Jesús, éste indica que la resurrección no es la simple prolongación de la existencia presente; no es la mera reanimación de un cadáver sino una nueva existencia de la persona humana, de forma radical transformada. Apela en su argumento al Viejo Testamento que habla de la revelación de Dios: el Dios de los padres, el Dios de la Alianza que, en sí mismo, es siempre fiel a sus promesas; éstas son expresión de vida en plenitud y vida con sentido. Dios no puede ni sabe abandonarnos al poder de la muerte, su fidelidad a nosotros se traduce en que nos resucita. Fidelidad que espera la recíproca de toda criatura: ser fiel al Dios de la vida para vivirla en su amor y esperanza.

Cierto que nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena; cuando el trueno hace daño a los demás, ¿también?

Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)

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lunes, 5 de junio de 2017

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Evangelio de Hoy Martes 6 de Junio 2017


Primera lectura
Lectura del libro de Tobías 2,9-14:

Yo, Tobías, la noche de Pentecostés, cuando hube enterrado el cadáver, después del baño fui al patio y me tumbé junto a la tapia, con la cara destapada porque hacía calor; yo no sabía que en la tapia, encima de mí, había un nido de gorriones; su excremento caliente me cayó en los ojos, y se me formaron nubes. Fui a los médicos a que me curaran; pero cuanto más ungüentos me daban, más vista perdía, hasta que me quedé completamente ciego. Estuve sin vista cuatro años. Todos mis parientes se apenaron por mi desgracia, y Ajicar me cuidó dos años, hasta que marchó a Elimaida. En aquella situación, mi mujer Ana se puso hacer labores para ganar dinero. Los clientes le daban el importe cuando les llevaba la labor terminada. El siete de marzo, al acabar una pieza y mandársela a los clientes, éstos le dieron el importe íntegro y le regalaron un cabrito para que lo trajese a casa. Cuando llegó, el cabrito empezó a balar. 
Yo llamé a mi mujer y le dije: «¿De dónde viene ese cabrito? ¿No será robado? Devuélveselo al dueño, que no podemos comer nada robado.» 
Ana me respondió: «Me lo han dado de propina, además de la paga.» 
Pero yo no la creía y, abochornado por su acción, insistí en que se lo devolviera al dueño. 
Entonces me replicó: «¿Y dónde están tus limosnas? ¿Dónde están tus obras de caridad? ¡Ya ves lo que te pasa!»

Salmo
Sal 111,1-2.7-8.9 R/. El corazón del justo está firme en el Señor
Dichoso el que teme al Señor 
y ama de corazón sus mandatos. 
Su linaje será poderoso en la tierra, 
la descendencia del justo será bendita. R/.

No temerá la malas noticias, 
su corazón está firme en el Señor. 
Su corazón está seguro, sin temor, 
hasta que vea derrotados a sus enemigos. R/.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Marcos 12,13-17

En aquel tiempo, enviaron a Jesús unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta. 
Se acercaron y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea, sino que enseñas el camino de Dios sinceramente. ¿Es lícito pagar impuesto al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?»
Jesús, viendo su hipocresía, les replicó: «¿Por qué intentáis cogerme? Traedme un denario, que lo vea.»
Se lo trajeron. 
Y él les preguntó: «¿De quién es esta cara y esta inscripción?» 
Le contestaron: «Del César.» 
Les replicó: «Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios a Dios.» 
Se quedaron admirados.

Reflexión del Evangelio de hoy
No se abatió ni se rebeló contra Dios
La primera lectura nos pone de frente el eterno problema del sufrimiento del hombre bueno, del hombre que ama a Dios, que le adora, que sigue sus caminos. Es un capítulo más del también eterno misterio del mal en el mundo y cómo hacerlo compatible con la bondad de Dios. Uno de los días en que Tobías, por seguir a Dios y en contra de la prohibición del rey de Asiria, regresaba cansado a su casa de hacer una obra de misericordia, “de tanto enterrar” a asesinados judíos, se quedó ciego por culpa de unas golondrinas. Haciendo el bien pierde la vista. Parientes, familiares, amigos y hasta su propia mujer se burlaban de él: “Tu esperanza se ha visto frustrada; ya ves de lo que te ha servido hacer limosna… y enterrar a los muertos”. Sabemos que Tobías se mantuvo fiel al Señor y cómo después recuperará la vista. Ante la pregunta inicial que nos hacíamos, este pasaje lo resuelve diciendo que “Dios permitió esta desgracia para que, como Job, diera ejemplo de paciencia”.

Pasando al Nuevo Testamento, pasando a la vida, muerte y resurrección de Jesús, podemos decir, en primer lugar, que nunca vemos a Jesús, que es Dios, provocar y permitir el mal de algunas personas para probar su virtud. Y en segundo lugar, Dios Padre no quiso el sufrimiento de su Hijo, la muerte de su Hijo Jesús. Pero dejó que los hombres, ejerciendo la libertad con la que él les había dotado, clavasen a Jesús en la cruz. Fueron los hombres y no Dios Padre quienes crucificaron a Jesús. Dios está en contra del mal y a favor del bien, del amor, de la verdad, de la bondad… y nos pide que caminemos por ese mismo camino y no por el camino del mal. Lo que nos debe quedar claro es que Dios nos ama y que nunca nos deja solos, ni cuando nos vemos sufriendo el mal, que él no desea, ni busca para nosotros. Y antes o después, no permitirá que el mal reine sobre nosotros y hará que la plenitud del bien y de la felicidad reinen en nosotros para siempre. Aunque el problema del mal Dios no nos lo ha explicado del todo bien, se ha desbordado en aclararnos el gran amor que nos tiene, sobre todo, a través de su Hijo Jesús. En ese amor nos tenemos que apoyar.

¿Por qué intentáis cogerme?. ¿Cómo nos acercamos a Jesús?
Los emisarios de los fariseos y partidarios de Herodes, fueron a Jesús con la mala intención de “cazarlo”, proponiéndole una difícil pregunta, de la que se podía derivar en la respuesta ser partidario de la ocupación romana, poniendo al pueblo judío en su contra. Sabemos que Jesús salió airoso de la trampa que le habían tendido. “Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios”.

Este pasaje nos invita a preguntarnos sobre la manera de acercarnos a Jesús. No podemos acercamos a Jesús como lo hacen sus interlocutores en el evangelio de hoy, que no creían en él, que no le amaban, que buscaban desprestigiarle. Nosotros, después de que nos sedujera con su amor, todos los días nos acercamos a él, cada mañana, cada tarde, cada noche… y nos acercamos a él porque ya no sabemos vivir sin él y necesitamos de su apoyo para ser sus seguidores. Él es el que se ha apoderado de nuestro corazón y el que nos ayuda a amar, a perdonar, a ser justos, limpios de corazón… queremos vivir una historia de amor con él, y desde ahí vivir una historia de amor con nuestros hermanos. Y dar a Dios lo que es de Dios y a nuestros hermanos lo que es de nuestros hermanos.

Fray Manuel Santos Sánchez
Real Convento de Predicadores (Valencia)

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Evangelio de Hoy Lunes 5 de Junio 2017


Libro de Tobías 1,3.2,1a-8. 

Yo, Tobit, seguí los caminos de la verdad y de la justicia todos los días de mi vida. Hice muchas limosnas a mis hermanos y a mis compatriotas deportados conmigo a Nínive, en el país de los Asirios. 
Durante el reinado de Asaradón regresé a mi casa y me devolvieron a mi mujer Ana y a mi hijo Tobías. En nuestra fiesta de Pentecostés, que es la santa fiesta de las siete Semanas, me prepararon una buena comida y yo me dispuse a comer. 
Cuando me encontré con la mesa llena de manjares, le dije a mi hijo Tobías: "Hijo mío, ve a buscar entre nuestros hermanos deportados en Nínive a algún pobre que se acuerde de todo corazón del Señor, y tráelo para que comparta mi comida. Yo esperaré hasta que tú vuelvas". 
Tobías salió a buscar a un pobre entre nuestros hermanos, pero regresó, diciéndome: "¡Padre!". Yo le pregunté: "¿Qué pasa, hijo?". Y él agregó: "Padre, uno de nuestro pueblo ha sido asesinado: lo acaban de estrangular en la plaza del mercado, y su cadáver está tirado allí". 
Entonces me levanté rápidamente y, sin probar la comida, fui a retirar el cadáver de la plaza, y lo deposité en una habitación para enterrarlo al atardecer. 
Al volver, me lavé y me puse a comer muy apenado, 
recordando las palabras del profeta Amós contra Betel: "Sus fiestas se convertirán en duelo y todos sus cantos en lamentaciones". 
Y me puse a llorar. A la caída del sol, cavé una fosa y enterré el cadáver. 
Mis vecinos se burlaban de mi, diciendo: "¡Todavía no ha escarmentado! Por este mismo motivo ya lo buscaron para matarlo. ¡Apenas pudo escapar, y ahora vuelve a enterrar a los muertos!".

Salmo
Sal 111,1-2.3-4.5-6 R/. Dichoso quien teme al Señor

Dichoso quien teme al Señor 
y ama de corazón sus mandatos. 
Su linaje será poderoso en la tierra, 
la descendencia del justo será bendita. R/.

En su casa habrá riquezas y abundancia, 
su caridad es constante, sin falta. 
En las tinieblas brilla como una luz 
el que es justo, clemente y compasivo. R/.

Dichoso el que se apiada y presta, 
y administra rectamente sus asuntos. 
El justo jamás vacilará, 
su recuerdo será perpetuo. R/. 

Evangelio según San Marcos 12,1-12. 

Jesús se puso a hablarles en parábolas: "Un hombre plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero. 
A su debido tiempo, envió a un servidor para percibir de los viñadores la parte de los frutos que le correspondía. 
Pero ellos lo tomaron, lo golpearon y lo echaron con las manos vacías. 
De nuevo les envió a otro servidor, y a este también lo maltrataron y lo llenaron de ultrajes. 
Envió a un tercero, y a este lo mataron. Y también golpearon o mataron a muchos otros. 
Todavía le quedaba alguien, su hijo, a quien quería mucho, y lo mandó en último término, pensando: 'Respetarán a mi hijo'. 
Pero los viñadores se dijeron: 'Este es el heredero: vamos a matarlo y la herencia será nuestra'. 
Y apoderándose de él, lo mataron y lo arrojaron fuera de la viña. 
¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá, acabará con los viñadores y entregará la viña a otros. 
¿No han leído este pasaje de la Escritura: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: 
esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?". 
Entonces buscaban la manera de detener a Jesús, porque comprendían que esta parábola la había dicho por ellos, pero tenían miedo de la multitud. Y dejándolo, se fueron. 

Reflexión del Evangelio de hoy
La viña y los viñadores

Jesús se dirige hoy en particular a los fariseos, escribas y senadores, o sea, a la flor y nata de los jefes religiosos, a los mejores conocedores de la Ley. Todo devoto israelita, pero ellos de forma eminente, conocían el significado de la viña del Señor; todos sabían que Jesús se refería a la Casa de Israel, al pueblo escogido. Y, sabiéndolo y sintiéndose delatados, su inquina hacia Jesús fue, si cabe, en aumento.

Jesús se dirige también a “la casa de Israel actual”, o sea, a los que formamos hoy el Reino de Dios, a la Iglesia. Nosotros somos los trabajadores de la viña. ¿Cómo llevamos a cabo la encomienda? No me refiero de puertas afuera, sino personalmente. ¿Estoy contento, orgulloso, de que el Dueño de la Viña cuente conmigo? Porque se trabaja y se rinde de forma distinta, dependiendo de la actitud con que se hace.

A nosotros también nos envió a su Hijo. Al margen de lo que hicimos con él, él decidió quedarse con nosotros a perpetuidad, con una presencia distinta pero real. ¿Aprendimos la lección y lo respetamos?

Otros frutos

La viña del Señor hoy es el mundo entero; y, en el mundo, mi comunidad, mi hogar; y en mi hogar, mi persona. Yo soy “la Viña del Señor”, pintada por el Profeta Isaías, mimada por Dios, de la que se espera armonía, paz, transparencia, compasión y amabilidad. Pero, hay otros frutos que no son precisamente del agrado del Dueño.

Necesitamos, personal, familiar y socialmente, pensar en el inmenso don que se nos ha concedido por haber sido enviados a la Viña; y ser agradecidos. La Viña no es nuestra, el puesto de trabajo, tampoco. Lo nuestro es la actitud de dicha y agradecimiento por tener la suerte que tenemos, o de enfado y acritud por tener que trabajar en un campo que no es nuestro.

No somos los únicos, ni los mejores. Sólo somos los escogidos. Y, si dándonos cuenta de lo que hacemos y de lo que omitimos, no respondemos a las expectativas de quien nos envió, podemos ser rechazados. No somos los dueños, sólo trabajadores a quienes se les exige corresponder al oficio maravilloso que se les ha confiado.

¿Me siento enviado a trabajar en las cosas y asuntos del Señor?
¿Se me nota el gozo y agradecimiento por el don recibido?

Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino

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domingo, 4 de junio de 2017

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Evangelio de hoy Domingo 4 de Junio 2017


Libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11. 

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. 
De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. 
Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. 
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse. 
Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. 
Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. 
Con gran admiración y estupor decían: "¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos? 
¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? 
Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, 
en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, 
judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios". 

Salmo
Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc 30. 31 y 34 R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor: 
¡Dios mío, qué grande eres! 
Cuántas son tus obras, Señor; 
la tierra está llena de tus criaturas. R.

Les retiras el aliento, y expiran 
y vuelven a ser polvo; 
envías tu aliento, y los creas, 
y repueblas la faz de la tierra. R.

Gloria a Dios para siempre, 
goce el Señor con sus obras. 
Que le sea agradable mi poema, 
y yo me alegraré con el Señor. R.

Carta I de San Pablo a los Corintios 12,3b-7.12-13. 
Hermanos: 
Nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo.
Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. 
Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. 
Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. 
En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. 
Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. 
Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu. 

Evangelio según San Juan 20,19-23. 
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". 
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. 
Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". 
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. 
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". 



sábado, 3 de junio de 2017

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Evangelio de Hoy Sábado 3 de Junio 2017


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 28,16-20.30-31
Cuando llegamos a Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con un soldado que lo vigilase.
Tres días después, convocó a los judíos principales; cuando se reunieron, les dijo: «Hermanos, estoy aquí preso sin haber hecho nada contra el pueblo ni las tradiciones de nuestros padres; en Jerusalén me entregaron a los romanos. Me interrogaron y querían ponerme en libertad, porque no encontraban nada que mereciera la muerte; pero, como los judíos se oponían, tuve que apelar al César; aunque no es que tenga intención de acusar a mi pueblo. Por este motivo he querido veros y hablar con vosotros; pues por la esperanza de Israel llevo encima estas cadenas.» Vivió allí dos años enteros a su propia costa, recibiendo a todos los que acudían, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos.

Salmo
Sal 10, 4. 5 y 7: R. Los buenos verán tu rostro, Señor.
El Señor está en su templo santo,
el Señor tiene su trono en el cielo;
sus ojos están observando,
sus pupilas examinan a los hombres. R/.

El Señor examina a inocentes y culpables,
y al que ama la violencia él lo odia.
Porque el Señor es justo y ama la justicia:
los buenos verán su rostro. R/.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 20-25
En aquel tiempo, Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús tanto amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho y le había preguntado: 
«Señor, ¿quién es el que te va a entregar?» 
Al verlo, Pedro dice a Jesús: «Señor, y éste ¿qué?» Jesús le contesta: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú sígueme.» 
Entonces se empezó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no moriría. Pero no le dijo Jesús que no moriría, sino: 
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué?» 
Éste es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito; y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. 
Muchas otras cosas hizo Jesús. Si se escribieran una por una, pienso que los libros no cabrían ni en todo el mundo.

Reflexión del Evangelio de hoy
Puertas abiertas a la evangelización
Se cierra este tiempo pascual, en la víspera de la celebración de Pentecostés, con el final de los dos textos que nos propone la liturgia este sábado: el libro de los Hechos de los Apóstoles y el Evangelio de Juan. Y nos acercan a cuatro enormes personajes, pilares del cristianismo: Pablo, Lucas, Pedro y Juan. El texto de Hechos narra la llegada de Pablo a Roma y los dos años que allí permanece, arrestado, en una casa. Lucas termina su relato con un alegato muy claro de Pablo a los judíos y destaca la labor evangelizadora del apóstol, con libertad y a todos los que a él acudían. Su tarea es clara: anunciar el Reino de Dios y enseñar acerca de Jesucristo, ahora ya en el mismo núcleo del Imperio romano.

Ya está, y nos deja como todos los finales, con una pregunta: ¿y ahora, ¿qué? La intensidad, la profundidad y la inmensidad que sugieren este final del libro son tremendos. Del ahora de cada momento histórico sabemos lo que nos han contado, pero el ahora de nuestro tiempo está en nuestras manos. Lucas deja las puertas abiertas a la evangelización.

Del corazón del judaísmo, Jerusalén, al corazón del Imperio, Roma…de ahí a cualquier lugar. Porque donde llega el Evangelio es al corazón mismo de cada ser humano y toca su vida con la vida misma de Jesús y su mensaje del Reino. Pablo lo sabe y Lucas también, porque así lo han experimentado y nos lo transmiten. Como en una carrera de relevos, nos dejan el testigo: “recibir a todos los que acuden, predicarles el reino de Dios, enseñar lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos”.

La experiencia personal del evangelizador
El otro final que saboreamos este sábado es el del evangelio de Juan. Es genial la expresión que el evangelista pone en boca de Pedro “Señor, y éste ¿qué?”, refiriéndose al discípulo que les seguía y se atribuye a Juan. Y la respuesta de Jesús no se queda atrás “Si quiero que se quede… ¿a ti qué?...” Entre adultos suena mal, como a descaro y desaire. Pero es bien cierto que deseamos saber y que nos den explicaciones.

El camino de la fe y de la vida es muy inierto y sí que quisiéramos anticipar las respuestas a cualquier duda e incertidumbre, incluso saber en quién confiar y por qué optar, o qué decisiones tomar. Lo único que Jesús le pide a Pedro es “Tú, sígueme”. El camino se hace día a día. Es la experiencia personal de amor con Jesús la que da sentido a la tarea evangelizadora y germina en confianza. Y sólo cuando se ha vivido se puede dar testimonio de ello, no por lo que te han contado. Nadie repite la historia del otro, ni lo vive igual. Nadie es modelo de perfección a imitar, ni nadie tiene la verdad. Como tampoco nadie va a vivir por ti esa propuesta personal de vida y de fe que Dios te hace.

Por eso son preciosas las últimas frases de este evangelio. “Este es el discípulo que da testimonio de todo esto y lo ha escrito”. Es su experiencia de fe, personal y comunitaria, la que da veracidad a su testimonio. Y es una experiencia densa y rica que le lleva a expresar que los libros donde recoger todas las cosas que hizo Jesús “no cabrían ni en todo el mundo”.

Pedro, Juan, Pablo, Lucas, qué diferentes sus vidas y por dónde les llevó el seguimiento de Jesús. Como cada uno de nosotros, porque para Jesús somos únicos y las páginas de este encuentro aún se están escribiendo en cada corazón, y seguirán haciéndolo. Lo mejor, lo que es más aún de Dios, está por venir. Porque su Espíritu está con nosotros.

Hna. Águeda Mariño Rico O.P.
Congregación de Santo Domingo

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Evangelio de Hoy Viernes 2 de Junio 2017



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 25, 13-21
En aquellos días, el rey Agripa llegó a Cesarea con Berenice para cumplimentar a Festo, y se entretuvieron allí bastantes días. Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole: -«Tengo aquí un preso, que ha dejado Félix; cuando fui a Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos judíos presentaron acusación contra él, pidiendo su condena. Les respondí que no es costumbre romana ceder a un hombre por las buenas; primero el acusado tiene que carearse con sus acusadores, para que tenga ocasión de defenderse. Vinieron conmigo a Cesarea, y yo, sin dar largas al asunto, al día siguiente me senté en el tribunal y mandé traer a este hombre. Pero, cuando los acusadores tomaron la palabra, no adujeron ningún cargo grave de los que yo suponía; se trataba sólo de ciertas discusiones acerca de su religión y de un difunto llamado Jesús, que Pablo sostiene que está vivo. Yo, perdido en semejante discusión, le pregunté si quería ir a Jerusalén a que lo juzgase allí. Pero, corno Pablo ha apelado, pidiendo que lo deje en la cárcel, para que decida su majestad, he dado orden de tenerlo en prisión hasta que pueda remitirlo al César.»

Salmo
Sal 102, 1-2. 11-12. 19-20ab R. El Señor puso en el cielo su trono.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes. R/.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 21, 15-19
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer con ellos, dice a Simón Pedro: - «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Él le contestó: - «Sí, Señor, tú, sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis corderos.» Por segunda vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me arnas?» Él le contesta: - «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Él le dice: - «Pastorea mis ovejas.» Por tercera vez le pregunta: - «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería y le contestó: - «Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.» Jesús le dice: - «Apacienta mis ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras.» Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: - «Sígueme.»


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