No comieron en una mesa, ni usaron vajilla de madera
Una reciente investigación sobre la cocina palestina en tiempos de Jesús dice que además del pan sin levadura y el vino, en la Ultima Cena también se sirvió estofado de judías, carne de cordero, aceitunas, hierbas amargas, salsa de pescado y tamaras – palmera frutal cuyo fruto es el dátil-.
Generoso Urciuoli, arqueólogo del centro de Petri, Italia, y Marta Berogno arqueóloga y egiptóloga en el Museo Egipcio de Turín, también de Italia, son los responsables de esta investigación que se publicará en un libro el próximo mes con el nombre de “Gerusalemme: L’Ultima Cena“ (Jerusalén, la Última Cena).
El material recogido por ellos fue suficiente para que los arqueólogos pudieran encontrar información sobre los hábitos alimenticios en Jerusalén al inicio del primer siglo d.C., se encontraron con que la Ultima Cena no se servía en mesa rectangular, como se muestra en muchas pinturas de arte religioso, pero con Jesús y sus apóstoles sentados sobre cojines en el suelo, al igual que los romanos se comportaron en esa época. “En ese momento en Palestina, la comida fue colocada en mesas bajas y los invitados comieron en cojines en el suelo y alfombras de reclinación”, dijo Urciuoli.
También de acuerdo con el arqueólogo, “los judíos observaban las normas de pureza como los vasos de piedra, porque no eran susceptibles a la transmisión de impurezas” o se utilizaban como platos, cuencos y jarras de cerámica, que era una tendencia internacional en esa época.
La posición que Jesús y sus apóstoles se sentaron también siguió una regla precisa en la que los clientes más importantes se sentaron a la derecha o la izquierda del invitado principal.
“Los versos del Evangelio de Juan indican que Judas estaba muy cerca de Jesús, probablemente, a su izquierda. De hecho, se nos dice que Judas sumergió su pan en el plato de Jesús, siguiendo la práctica de compartir la comida de un plato común”, dice Urciuoli.
Para encontrar el menú de la Última Cena, utilizaron pasajes bíblicos como la Fiesta de los Tabernáculos, las bodas de Caná (donde Jesús convirtió el agua en vino), y el banquete de Herodes (cuando se pidió la cabeza de Juan el Bautista). “Las Bodas de Caná nos permitieron comprender las leyes religiosas judías dietéticas, conocidos como kashrut, que establecen qué alimentos pueden y no se pueden comer y cómo deben estar preparados. Por otro lado, la fiesta de Herodes nos permitió analizar las influencias culinarias romanas en Jerusalén”, dijo el arqueólogo.
Por lo tanto, los estudios revelan que más allá del pan sin levadura y el vino, se sirvió: tzir, una variante de garum, la salsa de pescado romana; cordero; cholent, un plato de guiso de judías cocidas al horno a fuego lento; aceitunas con hisopo, una hierba con sabor a menta; hierbas amargas con pistachos y charoset de tamaras; además, de pasta de nueces.
“Las hierbas amargas y el charoset son típicos de la Pascua, o el cholent comido durante las fiestas, mientras que el hisopo también se consumía a diario”, dice el investigador.
Fuente: Paperblog
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